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POLÍTICA, CAUDILLISMO Y ECONOMÍA DE PERÚ



Como en cualquier estudio sobre los inicios de las Repúblicas latinoamericanas, las vertientes historiográficas que versan sobre la conformación el Estado-Nación, las políticas económicas y la movilidad social, van a estar divididas y en contraposición.
La historiografía liberal defiende que las independencias que se desarrollaron en América latina produjeron la evolución de unas estructuras sociales estamentales a una nueva forma política republicana. Se defiende que las nuevas constituciones liberales y la continua convocatoria a elecciones habían garantizado esta evolución y que los movimientos de independencia habían conseguido establecer la maduración de la Nación a partir de la lucha contra el poder de la metrópoli. De esta manera se tomó conciencia de una identidad propia y la Constitución se convirtió en el elemento que la salvaguardaba. También se defendía que la Nación era anterior al Estado, narrándose historias de las repúblicas basadas en luchas políticas.
Por otro lado, la historiografía conservadora sostuvo que la sustitución del sistema monárquico estamental por el republicano generó un clima de tensión social, ya que no se había conseguido cohesionar a los diferentes grupos sociales. Veía en el caudillaje el garante de la estabilidad y el orden. Por eso esta historiografía se dedica a la redacción de historias sobre los héroes nacionales, en los que veían a los verdaderos padres de la Patria. Además veían en las elecciones una solemne farsa utilizada por los poderosos para legalizar y legitimar su poder. [1]
La historia de la República de Perú ha estado marcada por el constante ir y venir de diferentes y efímeras Constituciones, sobretodo durante el siglo XIX. El inconcluso proceso de formación del Estado y la Nación peruano se contextualiza dentro de un largo período de anarquía, caudillismo y militarismo, en el que las guerras, nacionales e internacionales, son un constante. Esto provoca inevitablemente un ambiente de inestabilidad política que será la principal causa de la vulnerabilidad de las constituciones que se escribirán durante todo el siglo. Para la redacción de los textos constitucionales se van a imponer las ideas liberales y el concepto de Estado-Nación vigentes en Europa, frutos de una experiencia que, aunque si se vivió en el Viejo Mundo, fue inexistente en América. [2]
De esta forma, el Estado surgiría en Perú de manera automática tras la guerra de independencia y se fundamentaría en las bases del “Estado moderno” europeo. A este modelo idealizado se llegaría a partir de un deseo común que se plasmaría en una Constitución. Esta visión tradicionalista defiende que se definió un territorio, se estableció el uso de una moneda común, se establecieron un sistema fiscal, uno legal y otro administrativo y un ejército regular.[3]
Por otro lado, la historiografía latinoamericana tradicional ha querido interpretar la reducción de los ingresos del fisco Estatal de las diversas Repúblicas latinoamericanas surgidas en el siglo XIX como el resultado de las Guerras de Independencia, que provocaron un ambiente de desequilibrio político y social que imposibilitó la optimización del desarrollo económico.
Sin embargo, esta visión tradicionalista se ha visto mermada por una nueva forma de abordar el problema, complicando una situación vista con anterioridad de una forma, quizá, demasiado simplista. Esta nueva historiografía concluye la falta de compromiso político como la causa fundamental del desorden financiero. Así, frente al poder del gobierno colonial, encontrado en el apoyo económico de los poderes locales, surge una cansada República, que no puede seguir contando con dicho apoyo, y que se ve obligada a satisfacer sus necesidades económicas con sus propios recursos - sobre todo con impuestos indirectos[4], no con directos - y con ayudas exteriores. En este escenario los prestamistas y el mercado de capitales hacen su aparición provocando la deuda y el desastre financiero definitivo sobre aquellas naciones. Las disparidades sociales, las jerarquías, los datos demográficos, los nuevos ideales que surgen y seguirán surgiendo, la producción, las leyes, etc. terminan de ofrecer una serie de variables que nos muestran un complicado escenario en el que la renovación y el desarrollo no son llevados a cabo. [5]
                Tras la independencia, Perú fue gobernado por los militares que habían vencido en las batallas de Junín y Ayacucho, dando inicio a la primera etapa de la República de Perú. Esta etapa estuvo marcada por el caudillismo militar de generales, coroneles y mariscales, entre gobiernos liberales y conservadores, que monopolizaron el poder desde 1827, año en que Bolívar abandonó Perú, hasta 1872, año en el que Manuel Prado y Lavalle sería elegido como presidente civil de Perú.
            Se podría decir que la historia de los partidos políticos en Perú comienza con la Sociedad Patriótica fundada por San Martín y Bernardo de Monteagudo en 1822. Aparecen en este momento los primeros pensadores de la Independencia, y se abre el debate sobre qué sistema adquirir, monarquía o república. Sin embargo, es complicado admitir que la historia de los partidos políticos comience en este momento, a pesar de las polémicas entre los ideólogos conservadores y los ideólogos liberales. Característica principal de esta época es el papel que desempeñó la prensa, que no solo jugó un papel importante como “primera historiografía” – de carácter conservador obviamente-, sino como vehículo para formar las ideas políticas que se contrastarán posteriormente.
A comienzos de la república se perciben corrientes constitucionales o doctrinales como el liberal que se expresa en las constituciones de 1823, 1828, 1834, 1856 y 1867, la de 1826 fue conservadora.
En 1851, se dan unas elecciones que siguieron todas las formalidades de la ley. Hasta entonces las asambleas habían elegido al presidente o las elecciones solo habían servido para legitimar una situación preexistente. En esta ocasión, se puede hablar de factores característicos de un proceso electoral tales como la pluralidad de candidatos, la propaganda o la campaña política. Sin embargo, todos los candidatos a excepción de uno, Domingo Elías, eran militares. Además aún no puede hablarse aún de partidos políticos. Aún así algunos historiadores han querido ver en Club Progreso, que apoyaba la candidatura de Domingo Elías, un ensayo de primer partido político.
Saldrá elegido Echenique, pero el mariscal Ramón Castilla, que ya había ocupado la presidencia de 1845 a 1851, dio un golpe de estado e inició su segundo periodo residencial bajo el nombre de “gobierno de la moralidad”. Se establecerá el voto directo.
La historia de los partidos políticos del Perú se inicia formalmente al nacer el partido Civil. En 1871, el partido Civil tuvo su antecedente en una sociedad que se denominó “Independencia Electoral”, que agrupaba a una masa heterogénea en la que convergían, junto con los ricos propietarios, hacendados y comerciantes de Lima, Trujillo, Arequipa, Cuzco, Puno y de la sierra central; intelectuales, profesionales medios, universitarios, periodistas, profesores, artesanos y pequeños  agricultores. Se trataba de una agrupación de carácter republicano de corte nacionalista, que pretendía hacer frente a las fuerzas militares que habían ocupado el poder hasta entonces.
El candidato del partido civil, Manuel Pardo y Lavalle, ganó las elecciones de 1872, poniendo fin al predominio de los militares que había comenzado en 1827. Algunos militares se oponían a este gobierno, por lo que el 22 de julio de ese mismo año se sublevaron dirigidos por los hermanos Gutiérrez. El programa del Partido Civil recogía parte del programa liberal, cuyos puntos más importantes eran la descentralización, la divulgación de la educación, la organización milicia de los ciudadanos y la implantación de registros civiles.
Pardo es la expresión de una naciente burguesía agraria y comercial que quiere  modernizar el aparato estatal. Se propone organizar a los nuevos sectores sociales que surgen con el incipiente capitalismo.
Las posibilidades que ha abierto el comercio internacional del guano requieren mejorar el nivel de la administración pública. El Partido Civil propone la “república práctica” y así pudo iniciar una nueva fase en el proceso de afianzamiento del Estado republicano. La lucha interna lo lleva al final de su mandato, a designar como sucesor a otro militar, Mariano Ignacio Prado, cuya adhesión al liberalismo no fue suficiente para ocultar el desagrado que la vuelta a los políticos militares.
Sus propias contradicciones el frustrado levantamiento de Nicolás de Piérola de carácter golpista, la quiebra de la economía, el asesinato de Manuel Prado y Lavalle y el estallido de la Guerra con Chile, frustraron la continuación del proyecto.
Tras la guerra aparecerá lo que puede ser calificado como el primer sistema de partidos políticos; lo que se conoce como la República Aristocrática. Además del Partido Civil, que se mantendrá activo, irán surgiendo otros, como el Partido Demócrata, fundado por Nicolás de Piérola y el Partido Constitucional, fundado por el general Andrés Avelino Cáceres.
Durante veinticinco años estos partidos van a coexistir, sucediéndose en el poder. Salvo la breve interrupción de carácter militarista en 1914. Surgirá además otro pequeño partido encabezado por Augusto Durand; el Partido Liberal.
Los civilistas se habían moderado y ahora tenían un carácter más conservador, aunque tenían un nivel importante de organización nacional.
Cáceres había cambiado el comportamiento habitual de los militares, tras su intento frustrado de recuperar el gobierno al morir el general Remigio Morales Bermúdez, optando por respetar las leyes.
Piérola, que evitó el intento de Cáceres de continuar en el poder, funda el Partido Demócrata. Según él, el problema de Perú residía en la falta de ciudadanía y la existencia del sufragio como vínculo efectivo entre la sociedad y el Estado.
La Constitución de 1860 enmarcó este sistema de partidos convirtiéndose en la más longeva de la Historia de la República de Perú. Los principios de la República Aristocrática se enmarcaban dentro de los criterios del predominio de la razón sobre la soberanía popular.
La ciudadanía estaba restringida al 2% de la población mayor de edad. EL sufragio se ejercía a través de colegios electorales, y el escrutinio final estaba a cargo del Congreso de la República. Por lo tanto, el que controlase dicho congreso tenía asegurado dicho congreso. Los resultados de las elecciones son algo inverosímiles ya que las mayorías se conseguían entre el 61.39% y el 98,85% de votos. Las consecuencias de este sistema estuvieron marcados por vicios como la creación artificial de provincias y la concentración de la disputa política en el control del Parlamento.[6]
El siglo XIX comenzó con momentos de gran impacto económico, sobre todo a partir de 1812 con la promulgación de la Constitución de Cádiz que suponían nuevas reformas políticas y administrativas y, por ende, un clima de inestabilidad en los gobiernos coloniales. Desde este punto hasta 1830 las guerras fueron permanentes – Guerra de Independencia y Guerra contra la Gran Colombia, regida por Bolívar - lo que conformó un constante periodo de deterioro. A esto se sumaron los problemas técnicos en las minas derivados básicamente de la escasez de mercurio a raíz del agotamiento de los yacimientos de Huanavelica.
Perú comienza, tras estos duros primeros momentos, a forjarse como nuevo país y desarrolla un sistema económico que se amolda al nuevo sistema mundial, al menos en parte: desaparecen los privilegios comerciales con España y se adapta al nuevo orden de libre comercio, en el que la potencia imperante es Inglaterra. En este punto es sumamente importante la exportación de guano por parte de Perú, ya que supone un incremento de ingresos para el Estado y para los hombres de negocios. Pero a partir de 1874, con el reemplazo del contrato Dreyfus[7] por, nuevamente, el sistema de consignatarios vuelve a haber un descenso económico que se agravará con la Guerra del Pacífico.
La recuperación no se dará hasta la mitad de la década de los noventa tras la conclusión de una guerra civil y la instauración de la República Aristocrática, aunque cabe mencionar el contrato Grace que permitía la culminación de la construcción del Ferrocarril Central y, por ende, la explotación y el transporte de minerales no ferrosos en la Sierra Peruana. Con la República Aristocrática se establecen los patrones de especialización de la economía peruana en el sistema económico mundial; una economía diversificada cuyos productos principales de exportación eran agrícolas y mineros. Estos patrones se afianzarán durante el siglo XX. [8]
Desde finales del siglo XIX hasta la década de 1930, las economías de América Latina se basaron en el modelo primario exportador, exportándose masivamente materias primas a los mercados internacionales.
En Perú la demanda interna era reducida. Los centros manufactureros no tenían capacidad de competir con las importaciones. Además las migraciones de campo a ciudad en busca de trabajo se invirtieron porque las ciudades no tenían oferta de empleo. La falta de tecnología moderna en el sector primario influyó enormemente en el mantenimiento de las estructuras coloniales, mediante las que se paliaban estas ausencias tecnologías. No se apoyó a la industrialización prácticamente, ya que resultó más ventajoso para los gobiernos ampliar el comercio externo que promover la producción interna. La oferta monetaria se contrajo y la velocidad de circulación se redujo. Las antiguas redes comerciales desaparecieron, las regionalizaciones fueron inevitables, acentuándose más por la escasa comunicación interna y los altos costes del transporte. [9]
El proceso que fundamenta la existencia de los sindicatos se ha presentado en Perú con las peculiaridades propias de una tardía implantación del capitalismo. La guerra con Chile señala el punto de ruptura a partir del cual la reestructuración económica que se produjo implicó el surgimiento y desarrollo de relaciones de trabajo propiamente capitalistas.
La implantación de estas relaciones fue lenta, igual que e desarrollo capitalista que se concentraba especialmente en Lima. Así, a finales del siglo XIX se establecen las primeras, se inicia la penetración de capitales imperialistas y surge la Confederación de Artesanos Unión Universal en 1886.
Organizaciones como ésta, de carácter fundamentalmente mutualista, van a jugar un papel importante en la organización de los trabajadores hasta principios del siglo XX, cuando desaparecen, tanto por sus propias limitaciones, como por la trasformación del artesanado en proletariado.
EL nacimiento de este proletariado se produce en las principales ciudades peruanas y en los sectores extractivo-exportadores. Se va a desarrollar en condiciones de explotación.
En éste contexto, nacen las primeras organizaciones sindicales lideradas por la Federación de Obreros Panaderos Estrella del Perú, que se desafilió del gremio de los artesanos en 1904, y que luego fueron centralizadas en la Federación Obrera Regional Peruana en 1913 y en la Federación Obrera Local de Lima en 1918.[10]

En Perú – más que crearse- se afianzaron las identidades regionales, siendo la idea de “nación” algo abstracto y artificial, creado a través de un pacto entre estas regiones. Las identidades culturales de las diferentes sociedades – las que se estaban creando y las heredadas del Antiguo Régimen - conformaron un peligro que las nuevas Repúblicas advierten e intentan paliar, [11] ejemplo de ello es la Constitución de Perú, que reconoció el quechua, el aimara y las lenguas aborígenes, consideradas en el mapa del "patrimonio lingüístico y cultural del Perú", como oficiales en el año 2003. [12]
Todo ello afectaba también a la hora de crear instituciones que garantizaran una buena fluctuación monetaria, siendo imposible, como sí había ocurrido en EEUU, la creación de un banco estatal. La creación de bancos capaces de llevar a cabo esta fluctuación necesaria, estuvo en manos de entidades privadas exteriores, por ejemplo, el Banco de Londres. [13] La creación de un Banco Nacional tendrá que esperar hasta 1922, año en el que triunfe el proyecto de Ley 4500: Creación del Banco de Reserva del Perú promulgada el 9 de marzo de 1922. [14]  
Debemos tener en cuenta que las independencias de América latina en general, y de Perú en concreto fueron la consecuencia de los cambios que se gestaban a nivel global y que hicieron de Gran Bretaña la potencia mundial del momento. El impacto de este cambio sobre las estructuras económicas, políticas y sociales del mundo y  sobre los de América latina, es algo que las historiografías han dejado de lado. Ésta ha buscado una explicación de la independencia peruana esencialmente interna, dejando de lado la situación a nivel internacional de la época.[15]
En cualquier caso, las independencias de América latina no deben ser tomadas como las causantes del descenso de la producción, sino que derivan de un descenso tendencial resultado de un clima de contracción creado en el siglo XVIII, que dio paso a un aumento de la desocupación, la marginalidad y la pobreza.[16]
Las nuevas Repúblicas hispanoamericanas en general, y la de Perú en concreto, habían heredado del Antiguo Régimen estructuras sociales estamentales, que hacían de las nuevas tendencias teóricas liberales de igualdad ciudadana algo imposible de llevar a cabo a su carácter práctico. Tomó importancia la idea de “vecino” antes que la de “ciudadano”, ya que cada habitante se relacionaba más con su municipio que con el Estado, y la idea de “pueblo” no representaba al conjunto de los “ciudadanos” de la nación, sino al conjunto de “cuerpos corporativos” constituidos legalmente por la sociedad – cabildos, comunidades, juntas… -. Por otro lado, este sistema desfavorecía un mercado de tierras que hubiese beneficiado la adquisición de propiedades privadas, que a su vez hubiesen generado nuevas empresas.
Sumida en esta falta de orden interno, la República de Perú, se vio afectada negativamente al insertarse en la economía-mundo de un sistema capitalista que veía su nacimiento. Las desconfianzas y los riesgos provocaron un atesoramiento de capitales dentro de Perú y la inversión interior quedó anulada. El Estado percibía pocos ingresos y no era capaz de operar con eficiencia, y es por eso, por lo que Inglaterra, la nueva potencia mundial, tomó las riendas de las inversiones dentro de Perú. 
A pesar de la expansión de negocios de algunos criollos importantes, éstos no podían hacer frente a las grandes compañías comerciales europeas que se fueron instalando en toda latinoamérica, aunque seguirían siendo importantes a nivel local. Las empresas inglesas familiares, como la ya mencionada Dreyfus, se hicieron con el monopolio de los mercados exteriores de Perú.

“Dos son los factores económicos que mayoritariamente juegan a su favor: en primer lugar, a falta de circulante fresco, la posibilidad de movilizar grandes cantidades de mercaderías a cambio de la exportación de materias primas o productos no elaborados a Europa con sus respectivas ganancias monetarias; en segundo lugar, el manejo del crédito a través del financiamiento de actividades productivas u orientadas al desarrollo del comercio local o a través de cumplir con actividades bancarias formales e informales, lo cual sumaba otras utilidades por los intereses del mismo crédito.”(CAVIERES, 1998, 50.)

En cualquier caso, las inversiones extranjeras no se dirigieron a crear una industria fuerte e independiente en los países de latinoamérica. Las revoluciones industriales supusieron en Europa la migración masiva de población del campo a las ciudades, lo que suponía una carencia a la hora de la producción agrícola. Esta producción fue llevada a cabo por las nuevas Repúblicas americanas que competían con las colonias, sobre todo, del Imperio británico. Esto obligaba a mantener unos precios reducidos, aunque si creaba cierta dependencia entre los países productores de materias primas y los países industrializados. Por otro lado, si llegaron innovaciones técnicas a los campos de cultivo de Perú fueron las menos, esta economía extractiva dependía casi exclusivamente de sus recursos naturales y de su abundante y barata mano de obra.[17]
Todos estos factores van a caracterizar a aquella economía emergente que hoy aún persiste en Perú. Por ello, debemos ser críticos con la historiografía tradicionalista para poder abordar los problemas actuales de Perú criticando el camino fácil que tomaron los primeros Gobiernos peruanos, que hicieron a los ricos más ricos y a los pobres más pobres dentro y fuera de Perú.

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BIBLIOGRAFÍA


Ø  HAYA DE LA TORRE, Agustín: “El sistema de partidos políticos en el Perú y la nueva ley”, en: Investigaciones sociales VIII nº13, Lima, 2004, pp. 207-234.

Ø  VILLAVICENCIO RÍOS, Alfredo: La libertad sindical en el  Perú: fundamentos, alcances y regulación, Lima, 2010, pp. 289.

Ø  BONILLA, Heraclio; SPALDING, Karen: “La Independencia de Perú: Las palabras y los hechos” En: Perú problema 7: La Independencia en el Perú,

Ø  MALDONADO, Guillermo: “II. El régimen político  peruano” en Revista de Derecho Político, núm. 33, Universidad Católica de Lima, 1991, pp. 391-426.

Ø  PÉREZ HERRERO, Pedro, “La conformación política y social de las nuevas Repúblicas hispanoamericanas (1810-1834). Caracteres generales.” En: JOVER, Jose María (ed.), Historia de España Menéndez Pidal: la España de Fernando VII. La posición europea y la emancipación americana. Vol. XXXII, Espasa-Calpe, Madrid, 2001, pp. 325-364.

Ø  PÉREZ HERRERO, Pedro, “Las independencias americanas. Reflexiones historiográficas con motivo del Bicentenario.” En: Cuadernos de Historia Contemporánea, 32, 2010, pp. 51-72.

Ø  SEMINARIO, Bruno, El desarrollo de la economía peruana en la Era moderna. Precios, población, demanda y producción desde 1700, Universidad del Pacífico, Lima, Perú, Julio 2015

Ø  LUELMO, Julio, Historia de la Agricultura en Europa y América, Ediciones Istmo, Madrid, 1975.

Ø  CAVIERES FIGUEROA, Eduardo, “Expansión del capitalismo periférico en el Pacífico sur, siglo XIX. Crecimiento económico dependiente”. En: América Latina en la Historia económica, Vol. 5 nº9 (enero-julio), Instituto de investigación Dr. José María Luis Mora, México, 1998, pp. 41-51.


WEBGRAFÍA









[1] PÉREZ, 2001, 2-3.
[2] MALONADO, 1991, pp. 393-394.
[3] PÉREZ, 2001, p. 6.
[4] Los impuestos aduaneros se convirtieron en una de las fuentes más importantes de las que bebía el Estado.
[5] PÉREZ, 2001, 2-5.
[6] HAYA DE LA TORRE, 2004, pp. 207-209.
[7] La empresa de la familia Dreyfus era la encargada de comercializar en guano en el mundo.
[8] SEMINARIO, 2015, 45-48.
[9] PÉREZ HERRERO, 2001, pp. 34-35.
[10] VILLAVICENCIO RÍOS, 2010, pp. 26-27.
[11] PÉREZ, 2001, 9-15.
[12] Artículo 48 de la Constitución Política del Perú, el quechua es oficial, en territorios donde predomine dicha lengua:  Ley 28106 de noviembre de 2003.
[15] BONILLA; SPALDING, 1972,25-27.
[16] PÉREZ, 2001, 32.
[17] LUELMO, 1975, 414-418.

Comentarios

  1. Desgraciadamente, la Universidades latino-americanas, obvian ciertas realidades que se han ido comprobando a lo largo y ancho de la historia...realidades que la Leyenda Negra se ocupó en silenciar cubriendolas con el ,oscuro velo de la propaganda y el mutismo interesado...Por otro lado, la demagogia idealizada, la parafernalia de la mentira sistemática en la enseñanza, la retórica con el pretexto de libertad adquirida con la lucha, el argumento de la falta de avance hacia una sociedad más justa y menos pobre debido a los despojos de una proscrita Madre Patria hostil, convierten el 12 de octubre en Hispanoamérica en el día de la resistencia al colonialismo y al holocausto... como si cambiar de amo, según advirtiera Martí, equivaliera a ser más libres...

    Ciertamente, ya era sobradamente conocido el procedimiento que los británicos emplearon para conquistar Hispanoamérica y que ya venía previsto concretamente desde 1711, año en el que ya se había publicado un Plan, y que siguiendo todos y cada uno de sus pasos al pie de la letra, se hizo efectivo su inicio en 1804 concluyendo en 1806 con la toma de Buenos Aires. Este procedimiento estratégico se basaba en cuatro puntos de fundamental importancia, que eran:
    1.- Divide et impera.

    2.- No comerciar, si no traficar

    3.- Ejercer el poder, sin exhibirlo.

    4.- Inducir a los enemigos de Inglaterra ha hacer lo que Inglaterra necesita que hagan para que se destruyan solos.

    Este Plan Estratégico inglés habría sido concebido y escrito por el Mayor General Sir Thomas Maitland (1759-1824), y entregado a Henry Dundas (desde 1804 Primer Lord del Almirantazgo como Lord Melville), que entonces se desempeñaba como Secretario de Guerra en el primer gobierno de William Pitt (hasta 1801), llamado El Joven (1759 – 1806), durante el reinado de Jorge III (de 1760 a 1820), Rey de Gran Bretaña e Irlanda. Con anterioridad había sido secretario de su padre, Pitt (1708-1778), El Viejo (Lord Chatham), quien fuera Primer Ministro de los reyes Jorge II y Jorge III.
    El Doctor Rodolfo H. Terragno pudo encontrar una copia original del Plan Maitland en Edimburgo, a principios de 1981, mientras realizaba una investigación en archivos escoceses. El objetivo de esa investigación era obtener datos sobre James Duff, Cuarto Conde de Fife, y otros posibles contactos de San Martín” (R. H. Terragno, Las fuentes secretas del Plan Libertador de San Martín, publicado en la Revista Todo es Historia, Nro. 231, Buenos Aires, agosto de 1986).
    El hallazgo de Terragno consistió en 47 hojas manuscritas por el propio Maitland, sin fecha ni destino, así como ninguna indicación de que tal documento fuera presentado ante el gobierno británico. Algún empleado del museo, al organizar los papeles de Maitland, habría registrado el documento bajo el título de Plan para capturar Buenos Aires y Chile y luego emancipar Perú y Quito.

    Muchas gracias por su aportación y felicidades por su artículo.

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  2. Muy interesante análisis, le invito a revisar 7 ensayos de comprensión Histórica de José Mariategui, y Nación Latinoamericana de Manuel Ugalde.

    Saludos.

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